-¡Mira…mira…, Padre…, mira
que cosa maravillosa…!:
¡me enfoqué en una flor bella…,
y me he encontrado esta rosa…!

Y si me concentro, Padre,
en ver a algún compañero…,
¡como por arte de magia
me lo cruzo en el sendero…!

O si por caso, me enfoco
en algún conocimiento…,
¡un saber desconocido
aflora a mi pensamiento…!

¡Ah…Padre…, esto es portentoso!
¡Me siento como si fuera
un mago de esos que sacan
conejos de su galera…!

-“¡Deja ya esos juegos, hijo…,
y pasa a un Juego Mayor…!,
¡que es hora de que te enfoques
solamente en el Amor…!”.