En aquella ciudad lo conocían
por ese apodo: “el hombre del perdón”…,
y en cierta forma, por él todos sentían
una callada…, secreta admiración…
¡Y es que le habían pasado tantas cosas!
-y a todas superó sin un rencor-:
un triste día se le fue la esposa…,
¡con su mejor amigo…, para peor!
Su jefe lo acusó de haber robado
unos dineros…, que no sustrajo él:
con tres hijos pequeños…, y endeudado…
¡y se quedó sin el trabajo aquél!
Y aunque fue cuesta arriba su escalera,
¡todo sobrellevó sin una queja!:
jamás se le escuchó que maldiciera,
ni al jefe…, al amigo…, a la ex-pareja…
Lo quise conocer…, pues presentía
que en ese ser al que la Vida castigó,
un alma muy valiosa se escondía…
-y un amigo en común nos presentó-
Le pregunté por las causas de su gesto,
tan noble en apariencia…, tan sincero…,
¡y quedé mudo…, cuando me dijo esto!:
“simplemente lo hice…porque me quiero…”
“He descubierto, ¿sabes?, que la inquina,
-esa que en un principio padecí-,
es un arma terrible…que asesina…,
pero no al otro…: ¡te asesina a ti!”
“Y he comprobado que el resentimiento
es un monstruo insaciable -prosiguió-,
y si lo cuido…y si lo alimento…,
su próximo bocado…¡seré yo!”
“Ya ves que no perdono ¨por ser bueno¨ :
perdono desde el día en que entendí,
que el odio es el peor de los venenos…,
pero que al que envenena…, ¡es sólo a mi!”
“Lo que haga cada cuál en su camino,
-si causó daño…, o si ha actuado mal…-,
lo tendrá que arreglar con su destino…
¡que todo vuelve…como en espiral!”
Y se quedó callado…, casi inmutable…,
los ojos mansos…,“el hombre del perdón”…,
y sentí allí…, de manera palpable…,
¡la paz que le embargaba el corazón…!
¡¡¡Hermosiiiisiiimo!!!, en verdad es la única manera de avanzar, las cosas, circunstancias vividas, lo que sea solo nos afectan a nosotros mismos, pero bien dices cuando aprendes a quererte, ya no se permiten más. se disuelven al perdonarnos a nosotros mismos.
Aprender a no odiar, ni guardar resentimientos es una sabia elecíón, yo he tratado de cuidar eso en mí y en mis hijos. mi padre que empaz descance siempre me enseño con su ejemplo que es lo que realmente forma conciencia.
Gracias por compartirlo, T.K.M. Merly…
Pues tu padre sonreirá feliz desde otro Plano…porque su amada hija asimiló cabalmente su ejemplo…
¡Gracias por tu comentario!
Un abrazo
Me ha impresionado el poema.
Gracias por tu visita, amiga/o…
¡Lo mejor para vos!
Que sabiduria la de este hombre «el hombre del perdon» entender que al perdonar a otro los primeros beneficiados somos nosotros, y hay que entender tambien que igual que perdonamos a otros a veces necesitamos perdonarnos a nosotros mismos en ocasiones nos tratamos mas/duramente q a los demas… pero todo se aprende 🙂
Un gran abrazo mi buen amigo
Juana maria.
Bien dices, amiga: «de todo se aprende»… (de eso se trata la vida al fin de cuentas…).
Gracias por tu mensaje, querida Juana!
Abrazo grande!