Dime por qué corres de tal modo así
como si apremiaran las horas en ti,
como si tuvieras prisa por llegar
a algo ineludible en tiempo y lugar.

Para qué te apuras cuando eres eterno,
si hay algo perenne, ¡ese es tu cuaderno!:
siempre habrá hojas nuevas en cada anochecer
para que tú escribas en cada amanecer.

Si tu alma no sabe qué es un calendario
por qué es que le pones fechas a tu diario,
y día tras día, de urgencia en urgencia,
te vas alejando de tu propia Esencia.

Te ha dado La Fuente su risa juvenil,
con esa frescura de la lluvia de abril,
más para sentirla a esa Primer Causa,
debes por lo menos hacer una pausa.

Estás aprendiendo en tu largo andar,
que esto es solo un sueño, y hay que despertar,
y una dulce forma de despiertitud,
es mirar la vida con otra actitud.

Si un día te frenaras en tu ir y venir,
y usaras entonces mas tiempo en “sentir”,
puede que te llegue casi sin querer,
ese gozo simple de “tan solo ser”…

Recuerdo que un día crucé a un alma antigua,
y al ver su mirada que todo apacigua,
aún corriendo el riesgo de ser indiscreto,
lo indagué, curioso, sobre su secreto.

Y dijo: “si el tiempo me apresura mal,
me imagino quieto junto a un manantial,
y ante el incansable rumor de esa fuente,
siento dentro mío que nada es urgente”.