Cuando expandes tu conciencia
y elevas tu vibración,
sientes en ti la presencia
de la Quinta Dimensión.

Se esfuma en forma elegante
la densidad de tu historia,
al ampliar en ese instante
tu frecuencia vibratoria.

Las humanas ataduras
de todo tipo y color,
se deshacen con premura
como el hielo ante el calor.

Y atisbas allí un diseño
de profunda trascendencia,
que te hace ver que es un sueño
tu terrenal experiencia:

una onírica versión
de un entramado virtual,
que en Tercera Dimensión
suena a sólido y real.

En ese plano inspirado
rozas la Luz de la Fuente,
y el gozo más elevado:
el del Amor Permanente…,

el regocijo exquisito
de una quietud silenciosa,
y el Corazón Infinito
que abraza todas las cosas…

Y un dulce desinterés
se te queda en la mirada,
cuando retornas después
a tu vida acostumbrada.

Un nuevo encuadre más hondo
del vivir y del morir,
se filtra como un trasfondo
en tu diario devenir.

Y a ese suave desapego
de todo lo que es mundano,
lo vas trasladando luego
a tu accionar cotidiano.

Algo de esa Paz Perfecta
se ha aposentado en tu andar,
y ya nunca más te afecta
lo que antes te hacía penar.

De esa manera, al abrigo
de una visión que te excede,
te percibes un testigo
de aquello que te sucede…

Y si hay algo que amenace
la calma del corazón,
la respuesta que te nace
es de Quinta Dimensión:

ya no puede ser “reactiva”
pues viene de tu interior,
y es eficaz, y es creativa,
y está teñida de amor.