“¡Pero qué disparate amarlo a mi enemigo,
después de lo impiadoso que él ha sido conmigo!”
“¿Borrar de mi memoria lo mal que me trató,
y hacer como si nada de aquello sucedió…?”
“De sólo recordarlo sólo cólera siento,
¿y me dices que suelte este resentimiento?”
¿Es que acaso prefieres seguir con la función
de tu triste y penosa autoflagelación?
Recuerda, compañero, que nada es “porque sí”:
no es por “casualidad” lo que llega hasta ti.
Todo lo que nos pasa guarda un aprendizaje,
porque si así no fuera… ¿de qué sirve este viaje?
“Supongamos que hay algo que tenga que aprender…,
puntualmente de esto…: ¿qué es lo que puede ser…?”
¿Qué buscan tus lecciones?: que aflore “un nuevo tú”,
de corazón abierto y de amable actitud…
Más para que suceda tal salto de conciencia,
resulta imprescindible “pulsar otra frecuencia”,
y optar aún en el medio del odio que te embarga,
entre una visión corta… o una mirada larga…
“¿Cómo es eso, mi amigo…, lo de ¨las dos miradas¨…?:
sobre ese doble enfoque no había escuchado nada…”
La vista recortada te muestra únicamente
sólo la acción aislada, “la foto” puntualmente.
Y es en ese recorte que condena y critica,
que “tu rencor” entonces se nutre y justifica.
Más la visión ampliada, profunda, verdadera,
te muestra, compañero, “la película entera”,
el vínculo invisible, la conexión secreta,
y el oculto sentido de la imagen completa.
Te pone en los zapatos de tu denostador,
y miras con el modo con que ve tu ofensor.
Y el contemplar la vida tal como él la está viendo,
hace que se suavice tu relacionamiento.
Comprendes las razones de su punto de vista,
el “por qué” de sus actos…, su conducta egoísta.
Y ves que se halla preso de sus automatismos,
y que pautas muy viejas le impiden ser “él mismo”.
“Y dime, compañero…, si a actuar así me avengo…,
con ese enfoque ampliado…, ¿qué resultado obtengo…?”.
Verlo de esa manera cambia tu percepción,
y una luz diferente surge en tu corazón.
Puedes pensar entonces, “te entiendo, te perdono,
y no te guardo, hermano, ni una pizca de encono”.
Y al ser cordial aquello que proyecta tu mente,
le enseñas sin palabras a actuar más gentilmente.
Y tu ofensor aprende de tu ejemplo de amor,
y de a poco abandona su enojo y su temor.
Y el que era “tu enemigo”, se empieza a suavizar,
porque su propia llama… comienza a destellar.
Supongamos que hay algo que tenga que aprender…,
puntualmente de esto…: ¿qué es lo que puede ser…?”
A veces es muuuuuy dificil ver….
Te envío un enorme abrazo querido Jorge!
Sí, Cris…, es difícil…, pero la paz interior que se obtiene bien vale el esfuerzo…
Un cálido abrazo.
Coincido absolutamente con el precioso mensaje .
No sólo se obtiene la paz interior,en muchos casos te libera del sufrimiento .
Cuando miras detrás del "fenómemo",,entonces sí, puedes adoptar una mirada diferente,porque COMPRENDES que el "enemigo" es en realidad, tu maestro .Es un instrumento para tu evolución.
Gracias por recordarlo .
Hermosas poesias que nos invitan, amorosamente a evolucionar, a ser mejores nosotros mismos. bendiciones
sigamos iluminando nuestras sombras. namaste
Gracias, Gicela, por percibir tan claramente la intención que anima a estas rimas: "…invitar amorosamente a evolucionar…"
¡Te retribuyo las bendiciones, compañera de viaje!