Andando por la vida
nos encontramos gente
que parece perdida…;
caballeros y damas
que hacen un universo
de sus pequeños dramas…

¡Ámalos como son!:
con sus incongruencias,
y con su imperfección…,
y acéptalos tal cual,
con lo que te cae bien…,
y lo que te cae mal…

¡Es tan breve este viaje…,
tan corta la estadía…,
tan efímero el traje…!,
¡y qué tremendo error
el haberlo vivido,
sin haber dado amor…!

¡Abre ya tu candado,
que es tan triste llevar
el corazón cerrado!:
si no es por los demás,
hazlo al menos por ti,
para sentirte en paz…

Cuando se acepta a todos,
una serena dicha
llega de un dulce modo…,
y ha de ser esa calma
la que abra suavemente
las puertas de tu alma.

Y al ver tras la apariencia,
y captar un destello
de su divina Esencia…,
sabrás que en cada hermano
hay escondido un Ángel
disfrazado de humano.

Y entonces con ternura,
-mezclando en tu mirada
comprensión y dulzura-,
ya sin más dilación,
podrás dejar los “peros”…,
¡y amarlos como son…!