Al mirarlo a un hermano… ¡olvídate del traje!,
porque es un espejismo…, tan sólo una ilusión,
y en vez de ver su forma, su aspecto, o su equipaje,
¡siéntelo a Dios pulsando desde su corazón!
¡Qué importa su estatura, si es alto o si es bajito,
si es joven o es anciano, o cuántos kilos pesa!,
¡no hay apariencia alguna que tape lo infinito,
ni “defectos” que puedan ocultar la grandeza!
¡Todos somos valiosos en esta vida breve!:
¿acaso haces distingos entre las amapolas…?
¿Es más precioso un copo que otro copo de nieve…?
¿Te parece una ola más bella que otra ola…?
Concéntrate tan sólo en lo realmente cierto:
en la radiancia pura de su luz de cristal,
mientras tienes presente que en el magno concierto,
¡todos somos abejas en un mismo panal!
¡Y aliéntalo en los sueños que traza en su cuaderno
mientras ves en sus ojos su más ferviente anhelo…,
que él, -al igual que todos-, tiene sed de lo eterno,
mientras persigue a tientas su lugar bajo el cielo…!
Porque allí en el Telar dónde la Vida crece,
nos tejió el mismo hilo…y aunque no lo parezca
cada átomo suyo… ¡también te pertenece!,
y no hay en ti partícula que no le pertenezca…
Y porque estamos juntos en este eterno viaje,
y porque somos cuentas en un mismo collar,
a un corazón abierto no le importan los trajes…:
¡sólo le importa amar…!
Gracias:)