¿Has sopesado el reemplazar, amigo,
tu viejo “rango vibratorio diario”,
por otro que te lleve a “ser testigo”,
más que protagonista involuntario?
Generalmente vivimos “inconcientes”
y actuamos de manera maquinal:
seguimos los programas de la mente,
¡y nos atrapa entonces “lo habitual”!
Pero si accionas “sin identificarte”,
la circunstancia pierde en ti “su agarre”,
y así consigues (al no ser juez ni parte)
que “lo de afuera”… ¡ya nunca te amarre!
Y es que cuando tú sueltas internamente
cualquier papel o rol que estés cumpliendo,
algo en ti cambia permanentemente…
¡aunque por fuera lo sigas haciendo!
Desapegarte de lo que ejecutes
(sin importar rango, paga o condición),
te lleva interiormente a que transmutes
¡y pone alas en tu vibración!
Esa disposición al desapego
es quién fija en tu rostro una sonrisa:
cuando “El Observador” reemplaza al ego,
¡todo “está bien”…, y ya no tienes prisa!
Y no se trata “de insensibilidad”
ni de dejar alguna amistad trunca,
se trata solo de “presencialidad”:
todo tú “estás allí”… ¡aún más que nunca!
Y esa “pura conciencia de ti mismo”
tiene una ondulación de tal frecuencia,
que acentúa aún más tu magnetismo,
porque viene de ti… ¡desde tu Esencia!
Al instalarte en ese “alto vibrar”,
(sin ser un yogui, un santo o un asceta),
para los sobresaltos ya no hay lugar
porque en tal titilar…¡nada te inquieta!
Y así ayudas aún más al que está al lado
porque es tu vibración la que “hace magia”:
cualquiera que se encuentre a tu costado,
la percibe a tu luz… ¡y se contagia!
Y al sentir tú en el otro esa alegría
de ver volverse flor su corazón,
compruebas desde el Alma, cada día,
que el vibrar alto… ¡es la mayor dación!
que maravilla de composición! gracias por tal elevación ; )
¡La maravilla es tu mensaje alado…, bellamente rimado!
Gracias, preciosa Bárbara!