Sucede frecuentemente
mi querido compañero,
que de pronto, en tu sendero,
¡todo cambia de repente!

(¡La vida tiene estas cosas
de bofetón… y caricias,
y de intercalar delicias
con jornadas angustiosas!)

Y es que algún hecho inusual,
de la noche a la mañana
se cuela por tu ventana…,
para bien o para mal…

(¡La vida tiene estas cosas:
hoy te sonríe y te canta,
y te abraza, y te levanta…,
y mañana te destroza!)

A veces, sin que lo esperes,
te muestra su cara mustia,
¡y es tan inmensa tu angustia,
que sientes como que mueres…!

(¡La vida tiene estas cosas
de: “¿por qué a mí?, ¿por qué yo?
¿cómo es que esto me llegó
de forma tan impiadosa…?”)

Aunque algunas otras veces,
se te aparece tan bella,
¡que te regala una estrella
al pedirte que la beses!

(¡La vida tiene estas cosas
de lo fugaz…y lo eterno…,
y de compensar inviernos
con primaveras preciosas!)

Y así, fluctuando entre extremos,
de tanto andar zigzagueando,
tu bote se va escorando,
y se te gastan los remos…

(¡La vida tiene estas cosas
de bautismos y velorios,
de divorcios y casorios,
y de espinas y de rosas…!)

Y empiezas a preguntarte
si tal vez no habrá algo más:
algún espacio de paz
en el cual abandonarte…

(¡La vida tiene estas cosas
que aumentan tu desconcierto,
y te hacen pensar que es cierto
eso de que es veleidosa!)

Lo que ella quiere, en verdad,
es que te canses, a diario,
del repetido escenario
de tanta polaridad…

…y que hastiado de lo dual,
busques en ti el justo centro,
¡ese que se encuentra dentro
de tu ser más esencial!

(Y ella, entretanto, afanosa,
sigue alzando su telón…,
que para que haya función…
la vida… ¡la vida tiene estas cosas!).