Hay un “saber” que viene de muy lejos,
de un Origen recóndito y arcano,
y a ese saber, tan basto como añejo,
hoy lo está recordando el Nuevo Humano.

Ahora él sabe que todo se supera,
que aquello que lo altera es transitorio,
que sus ojos vieron pasar las eras,
y que el cuerpo no es más que un envoltorio.

Sabe que si aparece la frustración
la puede hacer marchar rápidamente,
pues dura poco la exasperación
cuando recuerdas que eres “para siempre”…

Sabe que nunca es víctima de nada,
y que si algo lo afecta, está en su enfoque,
y como un alma antigua equilibrada
puede hacer que lo toque… o no lo toque…

Sabe que si lo abruma la belleza
de un caracol trepando en la pared,
es el Creador, que usando su Grandeza,
le está saciando su Divina sed.

Sabe que es éste el tiempo que aguardaba
con tanto anhelo desde muy pequeño,
porque esos raros sueños que soñaba,
ahora de a poco, dejan de ser sueños.

Sabe que el pensamiento es energía,
y en la instantaneidad con que trabaja,
la puede hacer real a una utopía
cuando piensa por fuera de la caja.

Sabe que su ADN está mutando:
del treinta y tanto que era “lo habitual”,
se va acercando hacia el cuarenta y tanto,
cambiando su noción de “lo normal”.

Sabe que ese proceso no es fortuito,
y si parece enviarlo a la locura,
siente en su corazón que Lo Infinito
le proveerá otra clase de cordura.

Sabe que llega la supremacía
de la conciencia sobre la sustancia,
y si surgen “rarezas” en su día,
no les otorga demasiada importancia.

Sabe que de la Luz está repleto,
sin importar por lo que esté pasando,
y elige verse como “ya completo”,
y vive en paz con lo que va llegando.

Esto, y aún más, lo sabe el Nuevo Humano,
por eso es que hace de su vida un cántico,
tal como lo haces tú, mi buen hermano,
ahora que empiezas… a volverte Cuántico.