¡Carpintero…, carpintero…,
hazme un mínimo ataúd,
con ese mismo madero
con que lo haces al laúd…!
Procura que sea pequeño,
de muy breve dimensión:
¡es para enterrar un sueño
que ha muerto en mi corazón!
Este sueño que tenía
-entre terreno y divino-,
en su inocencia creía
que amar es nuestro destino…
Pero al ver tanta violencia
surgiendo a cada segundo,
no soportó esa indecencia…,
¡y se marchó de este mundo!
Tú, que modelas risueño
el cedro y el guabirá,
dime…, si se muere un sueño:
¿sabes dónde su alma va…?
¿Será que remonta el vuelo
hacia un edén invisible?:
¡tiene que haber algún Cielo
que albergue los imposibles…!
(¿Quién no soñó una quimera…,
una preciosa utopía…,
una ilusión pasajera
que se le murió algún día…?)
Y yo, que lo amaba tanto,
sé que al lado de su fosa,
en medio del camposanto,
¡brotará una bella rosa!
Y mi llanto, con empeño,
ha de regarla a esa flor…:
¡son tan hermosos los sueños
que se nos mueren de amor…!
también quiero contratar a ese carpintero!!!
un beso
Gracias por tu visita.
Un beso.
hola jorge como estas !!!! muy bella poesia 🙂 se hay un cielo para los imposibles
¡Seguramente debe haberlo,amiga…, para que alguna vez nosotros los hagamos posibles…!
Gran abrazo.
Nunca dejes morir un sueño…Si se cae…levántalo, alimentalo y volve a empezar.
Los sueños, no mueren nunca…Solo duermen un poco…..
Tal cual, Caro…, tú lo has dicho: "…sólo duermen un poco…".
¡Bendiciones en tu vida!