Si navegas al garete, en un mar de desconcierto,
y al velero de tu vida ya no lo impulsa la brisa,
no existe mejor manera de dirigirlo a buen puerto,
que contemplarlo en tu mente: ¡visualiza…, visualiza…!

Por más que no lo registre tu sistema de creencias,
la “realidad” también anda por caminos invisibles,
múltiples “líneas de tiempo” que no capta tu conciencia,
pero donde ya coexisten los infinitos “posibles”…

Al visualizar activas, casi de un mágico modo,
ese potencial precioso que deseas ver plasmado,
y si no se contrapone con el mayor bien de todos,
¡entonces ten por seguro que está viniendo a tu lado!.

La energía que está entrando ha acortado la brecha,
y ahora es tan breve y delgada esa línea fronteriza,
que la distancia en el tiempo se ha tornado muy estrecha
entre lo que vas pensando, y lo que materializas.

Con práctica incluso puedes, con tu intención, simplemente,
manifestar lo que anhelas mientras desandas tu día:
lo “ves hecho” y “ya está hecho”, y de un modo sorprendente,
se te aparece en la forma de mágicas sincronías.

Aunque existe un requisito que no ha de ser soslayado,
porque no alcanza con sólo el nítido pensamiento:
si quieres magnetizar el objetivo anhelado,
debes ponerle entusiasmo: ¡es vital el “sentimiento”!.

Por eso, si en ti percibes una imagen apagada,
y se han dormido los duendes de la risa y la confianza,
y no irradias entusiasmo, y no hay brillo en tu mirada,
¡contémplate luminoso, pletórico de esperanza!

¡Utilízalo al poder de la visualización!,
¡vuélvete el Sabio Alquimista que transmuta el plomo en oro!,
¡despierta a tu Mago Interno, con su alta vibración,
y comparte con el mundo tan elevado tesoro!.

¡Tu economía, abundante…!, ¡espléndida, tu salud…!,
¡vida en familia, gozosa…!, ¡en tu rostro, una sonrisa…!,
¡amor entre las personas…!, ¡en las almas, plenitud…!,
¡armonía en nuestra Tierra!: ¡visualiza, visualiza…!