Déjame, amigo, llevarte a un viaje
hacia una esfera de levedad,
y al mismo tiempo, de alto voltaje:
la vibración de la felicidad…

Cierra los ojos, inspira hondo,
y cuando llega la exhalación,
has que se lleve, de tu trasfondo,
cualquier dureza, cualquier tensión.

Mi voz serena te va guiando,
y mientras te abres al Gran Misterio,
todas tus cargas se van soltando,
y ya te sientes un tanto etéreo.

Y de esta forma, suave y sin prisa,
a otra frecuencia vas accediendo,
y una muy leve semi sonrisa
sobre tu rostro va apareciendo.

¡Ahhh…, que delicia soltarlo todo!,
el mundo entero se queda atrás,
y ni te importa ya de qué modo
es que te llenas de pura paz…

Con tu ojo interno ves como ingresa
una Luz Blanca dentro de ti:
va descendiendo por tu cabeza,
y te conmueves ante algo así.

Es que ella fluye con tal dulzura
que se estremece todo tu ser,
y su energía tan alta y pura
te hace por dentro resplandecer.

Sus ondas vibran cuando combina
sus filamentos de luz cristal,
y se parecen a serpentinas
en una danza atemporal.

¡Ohhh…, qué deleite, qué maravilla,
como te llena su resplandor:
tu ser entero de pronto brilla
cual si estuvieses hecho de amor!.

Coros alados tu nombre cantan
en un lenguaje de luz divina,
y te rodean, y te abrillantan
mil energías adamantinas.

Y olas tras olas de epifanía
te van llenando de un sentir tal,
que aquí en la Tierra nadie podría
jamás brindarte un amor igual.

Y un sentimiento de pertenencia,
de que era tuyo ya este embelezo,
despierta ahora en tu conciencia,
como si Dios te diese un beso.

Y ahora lo sabes: tienes a mano
un Consulado del Paraíso:
es para todos, y está cercano,
y no requiere ningún permiso.

De ti depende que la reactives
a esta frecuencia de levedad:
siempre fue tuya, pues en ti vive
la vibración de la felicidad…