Ama a quienes te cruzas,
sin importar sus trajes,
¡porque son tus valiosos
compañeros de viaje!

Prodígales tu afecto,
tu sincero cariño,
como se quiere a un padre,
como se quiere a un niño.

Acércales tu ayuda,
-lo que en tus manos quepa-,
y si fuese posible,
hazlo sin que se sepa.

Y a tu dación sincera
y desinteresada,
le agregarás la magia
de dar algo por nada.

Y es que el amor es manso,
el amor no hace alardes,
no va buscando aplausos
ni se manda la parte.

Míralo con ternura
a cada uno que veas,
y sólo luego indaga
por el nombre que emplea.

Y es que los nombres cambian
mientras pasan las vidas,
¡pero sólo los nombres:
el lazo no varía!

Ya los has encontrado
en muchas existencias,
con ropajes distintos…,
¡pero la misma esencia!

Van encarnando juntos
por contrato y acuerdo,
¡y también acordaron
tapar ese recuerdo!

Como familia de almas
se intercambian los roles,
y hoy trabajan de nubes
los que ayer fueron soles.

Y a veces sus acciones
son para ti una prueba,
y al irla superando
tu vibración se eleva:

dejar pasar las faltas
de aquél que te haya herido,
la lleva a tu conciencia
a un estado expandido.

Y mientras tú suspiras,
tu Esencia se sonríe…,
¡pues todo gira en torno
de que tu Luz se amplíe!

Y de ese modo, honrando
el sagrado linaje,
vamos creciendo juntos…
compañero de viaje…