Un pequeño lingote de oro fue fundido…,
y después ese noble material, trabajado,
por las manos expertas de un joyero escogido,
que le dio excelsa forma a un prendedor dorado…
Pasó el tiempo…y el bello prendedor, a su vez,
también fue derretido…, y el oro resultante,
-sin perder ni una pizca de su áurea solidez-,
se transformó en pulsera de amarillo brillante…
Muchos años después, esa hermosa pulsera,
-que soportó mil cambios de tiempo y de lugar-,
fue igualmente fundida…, y una tarde cualquiera,
otro eximio artesano la convirtió en collar…
Del mismo modo, amigo, tu también te transformas…,
y tu revestimiento se funde en un crisol
de donde luego surge la renovada forma,
que le dará andamiaje a tu próximo rol…
Y el Gran Orfebre, entonces, con exquisito pulso,
modela en ese instante tu novísimo traje…,
-y delicado o tosco…, agraciado o insulso…-,
¡retornas a la Tierra con tu nuevo ropaje!
Y pasando por tantas…y tantas mutaciones…,
atraviesas lo claro…y atraviesas lo oscuro…,
y aunque cambien tu forma, diseño y relaciones…,
¡no va cambiando nunca tu esencia de oro puro!
¡Porque eres TU esa alhaja de insondable valor!,
y cada vez que lo haces a un costado a tu traje,
dejas de ser pulsera…, collar…, o prendedor…,
¡y vuelves a ser luz…, sólo luz…, en tu viaje…!
Gracias Jorge!
Ahora ya sé que es lo que veo al cerrar los ojos, antes de dormmir. Me veo a mi misma, sin el ropaje de la carne.
Un tierno abrazo.
Seguramente, camarada de ruta…seguramente…
¡Porque en realidad…estamos hechos de luz…!
Gracias por tu compañía…
Hermoso, mi poeta del alma
Sigues siendo musica para mi corazón.
Sigo aquí…disfrutando de tus regalos.
Te llevo en mi corazón.
Gracias por "seguir aquí", mi dulce amiga…
El más fuerte de los abrazos…
Ojala hubieran muchas alhajas como Tu.
Gracias:)