En esta Nueva Energía
en la que estamos hoy día,
con tu vibrar elevado
¡ya lo elevas al de al lado!

Más si a ese flujo inercial
le sumas lo intencional,
el efecto es más potente,
más claro, más contundente.

Cuando colocas tu Intención,
¡tocas el otro corazón!

Siempre que escuchas de verdad,
(no como “de casualidad”),
y estás allí “por entero”,
y es “tu oír” puro y sincero,

le haces al otro un presente
que es de verdad infrecuente,
y lo haces sentir querido…
¡porque le brindas tu oído!

Al escuchar con atención,
¡tocas el otro corazón!

Y si gozas tus tareas
por más pequeñas que sean,
esa nota de energía
tiñe todo de alegría.

Y en ese enamoramiento
de estar “allí”, en el momento,
vas regalando tus dones
cual si fueran bendiciones.

Cuando haces todo con pasión,
¡tocas el otro corazón!

Entrégate sin más ni más,
con tu armonía o con tu paz,
o con tu falta de reacción
cuando alguien se vuelve burlón.

Si tú devuelves mal con bien,
¡el otro frena su desdén!,
y al ver que no hay enfado en ti,
¡ansía él volverse así!

Desde tu alta compasión,
¡tocas el otro corazón!

Cuando piensas bien de todos
y repartes buenos modos,
se hace más humanitaria
la familia planetaria.

Y al no juzgar nunca a nadie,
impulsas que el otro irradie
una paz que no sabía
tal vez que adentro tenía.

Con tu total aceptación,
¡tocas el otro corazón!

Te estás volviendo un ser grandioso,
y eres aún más luminoso,
cuando sin causa ni razón
¡tocas el otro corazón!