Te invito a que volemos, amiga…, amigo…,
hacia la luz preciosa de nuestra Esencia:
respiremos profunda…, profundamente…,
desplegando las alas de la conciencia…

Más allá de la caja de espacio-tiempo…,
por encima de todo lo conocido…,
en esa vibración que nos transporta
al corazón del Único Latido…

Dejar de ser lo breve y limitado
para pasar a ser lo Inmensurable…:
ese destello de conciencia pura
en ondas de armonía inenarrable…

Y en esa vastedad indescriptible,
-sin nada que ganar… ni que perder…-,
sentir, al fusionarnos con el Todo,
ese gozo sutil… de sólo Ser…

Y te invito después, a que al regreso
de este viaje a tu luz omnipresente,
intentes transitar por tu camino
con un pie en cada lado de ese puente…

Casi, casi… como si tu atención
se hallase en cierto modo bifurcada:
una parte…, en los reinos cristalinos…,
y otra parte…, en la tierra aposentada.

Y te invito asimismo, compañero,
a que intentes por fin, suave y despacio,
que esa misma energía cristalina
irradie dulcemente, allí, en tu espacio…

Y a que traslades esa vibración,
expandida, serena y amorosa,
a cada acontecer que traiga el día…,
¡para ponerle luz a cada cosa!

¡Porque ya es hora de “juntar los mundos”,
de fusionar la altura con el llano,
de revelar el Ángel que te habita,
y de tornar Divino lo mundano…!