¡No eres de carne y hueso: te hicieron de diamante!,
y es tan maravilloso lo que tu ser encierra,
viajero de los mundos, que estás en este instante
disfrazado de humano…, caminando la Tierra…

Y como un alma pura, que utiliza mil trajes,
vas cambiando de envases…, a los que al fin descartas…,
y a la sabiduría que te da cada viaje,
la apilas en tu mazo…, ¡como apilas las cartas!

Porque nada se pierde, querido compañero,
y en tu ADN guardas lo que ya has aprendido;
por eso, cuando llegas, nunca empiezas de cero:
¡ya vienes con la esencia de un largo recorrido!

Y puedes acceder a esas vidas pasadas,
y tomar los talentos que allí desarrollaste…,
y emplearlos nuevamente, aquí…, en esta jornada…,
¡que en realidad, amigo, para eso los guardaste!

Y es que cambian las ropas…, y cambian las edades…,
desfilan escenarios de cumbres…y de abismos…,
y pasan las mentiras…, y pasan las verdades…,
¡pero tú sigues siendo constantemente el mismo!

El mismo Ser Divino desplegando sus dones,
en este largo oficio de asumir nuestra Esencia:
sólo un Yo Superior…, y multitud de guiones,
que se van sucediendo con rítmica cadencia…

Por eso, en ocasiones, te miras al espejo…,
¡y no te reconoces en la imagen aquella…!,
y es que un saber antiguo, que te llega de lejos,
¡te dice que provienes de remotas estrellas…!

Y si acaso de a ratos, no escuchas tu canción,
y una vaga tristeza se posa en tu semblante,
pon tus manos unidas sobre tu corazón…,
y recuerda que un día…¡te hicieron de diamante…!