¿Qué declaran las frases que expresas?
¿Qué palabras te dices a ti mismo?
¿Son “órdenes de compra” de tristeza…,
o son mandatos para el optimismo?

Lo que verbalizas en tu fuero interno,
si te lo repites de un modo ostensible,
se imprime en tu aura como en un cuaderno,
y luego en tu cuerpo se hace perceptible.

Por eso si afirmas, sin usar matices,
“¡debo estar enfermo…, hoy estoy fatal!”,
en tu biología tus células dicen:
“ya oyeron al Jefe: ¡sintámonos mal!”

Más cuando lo ignoras a ese deterioro,
y sonriendo exclamas: “¡ahhh, qué bien me siento!”,
ellas, obedientes, se dicen a coro:
“¡vamos, funcionemos al ciento por ciento!”.

¡Y es simple!: sucede que tu expectativa
la amasa a tu vida cual se amasa un pan:
tendrás salud plena cuando es positiva,
y todas tus fuerzas se despertarán.

Más si lo que esperas es un pan amargo,
todo tu organismo te dirá que sí,
y que ya está listo para hacerse cargo
de que disminuya la salud en ti.

Y es que en estos tiempos en que la energía
ha entrado en estado de “aceleración”,
“lo pides, lo obtienes” se ha vuelto la guía
que a tu Magia pone de nuevo en acción.

Y si te parece mi insistencia mucha,
es que en estos casos no caben los grises:
¡en verdad, mi amigo, tu cuerpo te escucha!,
¡sé muy cuidadoso con lo que te dices!.