Yo Superior amadísimo,
Gran Luz en que me extasío,
Divino, Puro y Altísimo
Fractal de Dios dentro mío:

hoy me dirijo a Ti, y tus dones
y a tu Grandeza Omnipresente,
pidiéndote recordaciones
que guíen mi paso gentilmente.

Recuérdame, mi Bien Amado,
que esta existencia en espiral,
es un capítulo acotado
de una Gran Obra sin final.

Y que si habito solo un traje,
un breve atuendo que no dura,
y que me hace de carruaje
que va de cuna a sepultura,

al ser tan breve y tan fugaz
su recorrido por aquí,
es más valioso andar en paz,
que cultivar el frenesí.

Hazme también que rememore,
-cuando alguien me quiera dañar-,
que llega a mí para que explore,
¡la maravilla de perdonar!

Y activa en mí la remembranza
de dar por dar en esta vida:
¡el mundo se abre a la esperanza
si la dación es desprendida!

Tócame el hombro si me olvido
en este viaje de misterio
que hasta que se haya concluido…,
¡ya no me tome nada en serio!

Pero a la vez hazme que evoque
que me sostienes con tu Amor,
para enfrentar lo que me toque
sin una pizca de temor.

Y mientras marcho transitando
en mi papel de simple humano,
recuérdame vivir gozando
las maravillas de este plano.

Y hazme también tener presente,
-mientras camino junto a ti-,
que haga brillar constantemente
el oro puro que hay en mí.

Y cierro ahora, Ser Radiante,
con lo más Alto del Menú:
en cada día por delante,
recuérdame… ¡que yo soy TÚ!