La mente es entendimiento,
la conciencia es percepción:
una da discernimiento,
y la otra da expansión.

Si con la conciencia captas
y con la mente razonas,
¿qué pasa cuando se empiezan
a entremezclar las dos zonas?

Que si estás vibrando bajo
percibes eso que temes,
pues tu bote se dirige
hacia allí donde tú remes.

Pero cuando vibras alto
y van infladas tus velas,
percibes únicamente
aquello que más anhelas.

Si tus altas percepciones
son quinta dimensionales,
y te elevan dulcemente
hacia planos celestiales,

tus percepciones comunes
invariablemente son,
-con sus idas y sus vueltas-
de tercera dimensión.

Pero puedes practicar
el enfocar puntualmente,
y ello hará que entre los planos
viajes instantáneamente.

Al practicar el enfoque
tú eliges tus percepciones,
y tu estado de conciencia
será el que tú te propones.

Ya no más ir a los tumbos
como una veleta al viento,
zarandeado por el rumbo
de los acontecimientos.

Ya no más el titubeo,
ya no más la indecisión,
ya no más el desconcierto
de marchar sin ton ni son.

¡Y es tan claro, tan sencillo,
tan simple el procedimiento!:
solo haces “clic” en tu mente,
y cambias de pensamiento.

Y ese pensamiento nuevo,
positivo y elevado,
te llevará por un cielo
que no habías imaginado.

Si crees que eso es difícil,
estarás en tu derecho,
pero si crees que es fácil,
¡pues para ti será un hecho!

Y entonces comenzarás
a dirigirla a tu vida,
al llevar a tu conciencia
la percepción elegida.

Y no será más tu estado
simplemente “el que te toque”:
¡lo habrás elegido tú…
al practicar el enfoque!