Pasaba por el mundo como un espectador…,
como viéndolo todo desde un astro distante…,
con aire distraído…, lejano…, soñador…,
absorto en su universo…como un niño…, o un amante…

Pasaba por el mundo con su mirada larga,
contemplando lo que hay por detrás de las cosas…,
como si ya supiese que el tiempo es quién se encarga
de pulir las espinas…, y de acentuar las rosas…

Pasaba por el mundo casi en puntas de pie…,
como si pretendiera, con alocado empeño,
ser ese arroyo mustio, que sin agua…y sin fe,
se extingue una mañana…como se extingue un sueño…

Pasaba por el mundo con ese desapego
de quién guarda recuerdos de un tiempo inmemorial…,
y sabe dentro suyo que no acaba este juego…:
que no tuvo comienzo…, y no tendrá final…

Pasaba por el mundo como las almas viejas,
-¡fueron tantas las veces de llegar y partir!-,
sin euforias ni penas…, sin asombros ni quejas…,
y sin que ya lo inquiete lo denso de vivir…

Pasaba por el mundo… como si no pasara…,
como si no valiese la pena la función…,
como si el teatro lleno realmente no importara…,
como si esa no fuese…¡su mejor actuación!