¡No puedo verte…! ¡No sé qué es lo que pasa…!
¡Tus rasgos se me nublan…y se esfuman…!
¡Por más empeño que ponga al contemplarte…,
no llego a vislumbrar más que una bruma…!

¡No puedo verte…! ¡Mis ojos me traicionan…!
¡Me han dejado sin puntos de referencia…!
¡Ya no percibo si sos joven o anciano…,
o si es o no atractiva tu apariencia…!

¡No puedo verte…! ¡Sólo distingo allí
-donde antes encontraba tu silueta-,
una luz de matices vaporosos…
con todos los colores de la paleta…!

¡No puedo verte…! ¡Y es maravilloso…!
¡No me separa ya de ti tu aspecto…,
ni el color de tu piel…, tu idiosincrasia…,
tu cultura…, tus años…, o tus gestos…!

¡No puedo verte…! ¡Y se desactivan
todas las etiquetas del prejuicio…!
¡Somos dos corazones conectados
en un mismo camino de servicio…!

Y al mirar esa luz que en verdad eres,
más allá de la vida y de la muerte…
¡qué importa que mis ojos me traicionen…
si me hace tan feliz “no poder verte…”!