No le pidas al viento
que te cuente de ti,
de que estrella has venido,
o por qué estás aquí.

Mejor en el silencio
más profundo del alba,
escucha lo que tiene
que decirte tu alma.

No le pidas al viento
que instruya a tu memoria
sobre el “ancho de banda”
de tu onda vibratoria.

Más bien inhala hondo,
ingresa en tu interior,
y pulsa por ti mismo
tu frecuencia mayor.

Nadie ha de decirte
qué debes hacer,
con el Don que portas
de antes de nacer.

Usa pico y pala
y excava tras de él:
sus piedras preciosas
son de leche y miel.

Cava…, cava…,
cava sin cesar…,
hasta que el tesoro
comience a asomar.

No le pidas al viento
que lo aparte a ese tul,
ese velo de olvido
que te esconde tu Luz.

Es a ti a quién incumbe
hallar la Claridad,
transmutando tu sombra
en Luminosidad.

Ya no esperes que nadie
te consiga explicar,
el enigma profundo
de tu actual transitar,

ni los aprendizajes
que te esperan aquí:
hay misterios que sólo
te competen a ti.

Ni el sabio erudito
ni aquél monje zen,
pueden revelarte
quién eres tú, quién.

Y es que únicamente
en tu corazón,
hallarás sentido,
causa y dirección.

Sólo en lo más profundo
de tu espacio interior,
descubrirás que siempre
se trató del Amor…

¡No le pidas al viento!