Soy sólo el inquilino
de un traje temporario:
¡jamás de cosa alguna
se me dio la escritura!,
por eso en mi camino
no soy el propietario
ni de mi propia cuna…,
ni de mi sepultura…
Nada me pertenece…,
todo me fue prestado…,
el aire que respiro…,
el timbre de mi voz…,
y hasta a lo que parece
que me fue regalado,
con mi postrer suspiro
también le diré adiós…
No es mía la fragancia
del precioso jazmín,
ni el horizonte rojo
de cada atardecer…,
y en la callada estancia,
cuando se acerque el fin,
¡hasta al brillo en mis ojos
lo habré de devolver…!
No soy dueño de nada…,
lo tengo por un rato…,
el destino en mi palma…,
las horas de color…,
la pepita encontrada…,
la piedra en mi zapato…,
la nostalgia en el alma…,
y el infinito amor…
Se require tener sabiduria para comprenderlo por que el apego nos tiene presos.