Los que le temen a la muerte
quieren, mi amigo, convencerte,
que nada hay tras el final,
pero hay momentos en que dudas,
y ves surgir preguntas mudas:
“¿yo soy eterno… o soy mortal…?”

¿Todo se acaba, se termina,
y mi existir se difumina
cuando este traje hay que soltar?,
¿o solo es un dejar la ropa
como quien deja allí una copa,
y hacia otro plano continuar?

Cuando esa duda en ti planea
intenta allí soltar la idea
de una existencia tan lineal,
y mírala como ascendiendo,
siempre girando al ir subiendo
por la fantástica espiral…

Después intenta oír las voces,
esas que tanto ya conoces
porque las has hablado tú,
en los mil roles que has jugado,
de parturienta o de soldado,
como nativa o como hindú.

Percibe luego el hilo de oro
que a ese caudal claro y sonoro
lo ha congregado para ti,
dale las gracias por su esmero,
y acto seguido, compañero,
inspira hondo y dite así:

La vibración que ahora tengo
porta la Luz de donde vengo,
y no preciso nada más,
por eso andando en el planeta
mi vida ya se halla completa,
y dentro mío estoy en paz.

Ya para mí perdió vigencia
el preguntar con insistencia
si soy eterno o soy mortal:
hoy sé que el juego nunca acaba
y aunque la llama un día se apaga,
la brasa sigue ardiendo igual.

Son tantas vidas que he vivido,
tanto he llegado y he partido,
que ahora ante nada me consterno,
ya atravesé mil primaveras
con su ilusión perecedera,
y ya pasé por mil inviernos.

Y será breve mi actual viaje,
y descartable mi equipaje…,
¡pero yo sé… que Soy Eterno!