-“¡Señor…, Señor…! ¡Sabes que lo di todo!,
¡que puse garra…, corazón…, y empeño…!
Si lo intenté de un modo…y de otro modo…,
¿¡por qué, Señor, no prosperó mi sueño…?!”

-¡Déjame que te diga tiernamente,
dulce hijo mío, que estás equivocado!:
como no puedes ver tras lo aparente,
supones que tu sueño ha fracasado.

Y yo te digo que ese sueño, amado,
¡hoy está vivo…, con más vigor que nunca!:
¡jamás he permitido, mi adorado,
que una siembra de luz quedase trunca!

¡Un ideal no muere, mi pequeño…!:
¿has visto algún velorio de utopías,
o un cementerio de tronchados sueños
que se cansaron de vivir un día?

Ellos tejen sus redes invisibles
mostrándote vislumbres del futuro,
y te impulsan detrás de un “imposible”…
¡por eso es que son bellos…y son puros…!

¡Y Yo los necesito a mis Soñantes…,
mis nobles y altruistas sembradores:
con ellos voy plasmando, en cada instante,
ese Gran Sueño que soñé en colores!

¡Benditos sean los alucinados,
los que van persiguiendo el Santo Grial,
y marchan tras su sueño, deslumbrados
por esa luz fugaz de un ideal…!

¡Pero es también bendito, en mi rebaño,
el que tan sólo tiene mansedumbre!,
y en su sueño de andar, sin hacer daño,
¡también sueña, a su modo, con la cumbre!

…que el que aspira a rozar lo Superior…,
o el que siembra la paz por donde fuera…,
o el que tan sólo quiere dar amor…,
¡es otro Soñador en mi trinchera!

Y tal vez no verán los resultados…,
-¡demoran en plasmar las utopías!-,
más saben que lo que ellos han sembrado…,
¡habrá de florecer un bello día!

Por eso es que te digo que tu empeño,
¡ya está haciendo del mundo algo mejor!:
¡sigue, mi niño, alimentando un sueño…,
que en sus alas de luz viaja el Amor…!