Cada vez que das por cierta
una idea cualesquiera,
ella va “cobrando forma”,
¡hasta plasmarse “allí afuera”!

Si ya sabes que tu mundo
se modela en tu cabeza,
¡deja atrás el “modo duda”,
y pasa al “modo certeza”!

Que hay una regla infalible
respecto de lo que anheles:
con la certeza lo atraes…,
¡con la duda lo repeles!

Cuando asumes que tu vida
es un desastre total,
tú lo crees…, tú lo creas…,
¡y todo te sale mal!

Pero si estás convencido
que tu senda es de satén,
esa convicción actúa…,
¡y todo te sale bien!

¡Y a la vida no le importa!:
la energía va igualmente
tras un pensamiento claro,
que tras uno deprimente.

¡Vamos, amigo…, agudiza
el foco de tu atención,
para asumir solamente
lo que alegra al corazón!

Asume que no hay conflictos
ni batallas que librar…,
asume que todo marcha
con gracia y con bienestar…

Asume que te protegen
tus guías espirituales…,
¡que porque no puedas verlos,
no dejan de ser reales…!

Asume que “ese” de al lado,
-ese “insoportable” ser-,
ha llegado a tu existencia
para ayudarte a crecer…

Asume que cada cosa
tiene su costado bueno…,
que si hay belleza en la calma,
¡también es hermoso el trueno!

Asume que ha florecido
dentro de ti la alegría…,
y que con ella te sobra
para embellecer tu día…

Asume que en tu jornada
ya no hay nada que te abrume…,
y la realidad, amigo…,
¡se ajustará a lo que asumes!

Porque elijas lo que elijas,
el Universo procede;
es una Ley de la Vida:
lo que tú asumes…, ¡sucede!