“Padre-Madre, hoy estoy ante Ti
y la Luz de tu Magna Presencia,
y te imploro desde el fondo de mi:
¡amálgame con mi preciosa Esencia!”

“Padre-Madre, a ver…, ¡cómo lo explico!…,
probé de todo, yendo de bus en bus…,
pero hoy, decepcionado, te suplico:
¡vuélveme uno con mi Ser de Luz!”

“Padre-Madre, he tenido amor, dinero,
y salud plena brotando en cada palma,
pero hoy sé que lo único que quiero,
¡es que TÚ me fusiones con mi Alma!”

“Padre-Madre, hoy, que solté a mi ego,
y que del propio mundo me he soltado,
más que un pedido, ya lo mío es un ruego:
¡inúndame con mi Yo Más Sagrado!”

“Yo sé que Tú me escuchas, Padre-Madre,
¡pues te siento accionando en mi interior!,
y sé que dentro mío “Algo” se abre,
cuando derramas sobre mí Tu Amor.”

Si persistes sin darte por vencido,
una vez, y otra vez, las que hagan falta,
notarás, dulcemente complacido,
que al fin tu vibración se hace más alta.

Y verás, traspasado de alegría,
cómo empieza a cambiar tu vida diaria,
al elevar al Cielo cada día,
con devoción, ¡LA DIVINA PLEGARIA!