Si acaso tú, buen compañero,
o tú, mi amiga en este viaje,
no encuentras el modo certero
de soltar todos tus anclajes.

Y buscas, buscas diariamente
librarte de todas tus trabas,
pues ya no sientes consistente
el piso en que antes te parabas.

Pero no encuentras cómo hacerlo:
¡no hay un manual con instrucciones
que solamente con leerlo
te haga elevar tus vibraciones!

Más tú persistes: “¡otra cosa
tiene que haber aparte de esto:
sueño una vida luminosa
y no este ahora tan modesto!”

Y porque sé que es bien palpable
esa ansiedad que en ti palpita,
y ese deseo irrefrenable
de un “algo más” que en ti suscita,

es que quisiera comentarte
que para anclar en ti tal plus,
tienes entonces que enfocarte
en la Intención de irradiar Luz.

Debes salir de donde estabas
(tu “yo pequeño” hasta hoy),
para ascender a las octavas
en que funciona tu “Yo Soy”.

Verás entonces que así activas
“líneas de tiempo” muy distintas,
más luminosas y más vivas
en cada acto en que las pintas.

Y una visión casi sin uso
te va mostrando un nuevo lienzo,
(y si parece algo confuso,
¡es solamente en el comienzo!).

Y es que en tu nuevo derrotero
con un pie en Quinta Dimensión,
dejas atrás lo pasajero
de la anticuada percepción.

Ahora te sientes “más presente”
en tal pasillo dimensional:
todo se ve más transparente
cual si se abriera “Otro Portal”.

Y cambias tú de un bello modo:
tu rigidez desaparece,
cual si te unieras con El Todo,
¡y ahora es la Vida quién te mece!

Y no te asombres si te asombras
cuando es tu vista quien se altera:
dejas atrás luces y sombras
y brilla la Creación entera.

Tiempo y espacio te atraviesan
al reescribir tu propia historia,
y cada escena te embeleza
sin más futuro ni memoria.

Y fluyes, fluyes, simplemente,
porque el poder de Aquello Entrante
en la fluidez de este Presente,
te hace sentir omniabarcante.

Y allí te fundes, sin buscarlo,
con esa Luz de Orden Mayor,
y ya no puedes evitarlo:
te vuelves Tú… ¡el Puro Amor!