El ilusionista chasqueaba los dedos,
y como si fuese dueño de sus mentes,
les hacía ver duendes, naves o viñedos,
¡cosas que no estaban allí ciertamente!

Luego nuevamente sus dedos chasqueaba,
y veían pasmados los allí reunidos,
que instantáneamente todo se esfumaba,
tal como si nunca hubiese existido.

De la misma forma, si algo nos golpea,
causándonos miedo o desesperación,
allí el alma a veces sus dedos chasquea,
mostrándonos que eso solo es ilusión.

Cambiar el encuadre cambia el panorama,
¡todo es ilusorio a tu alrededor!,
solamente debes mudar de programa:
¡está dentro nuestro “el Hipnotizador”!

Por eso es que “el punto de vista” es rotundo,
él es el que crea y descrea cada cosa:
eso que la oruga llama “el fin del mundo”,
a su vez el mundo llama “mariposa”.

Lo que es “real y cierto” en un momento,
permuta al instante al mudar de enfoque:
un cardo solo causa sufrimiento
según sea la manera en que lo toques.

Cada cosa que piensas te conduce
a una línea de tiempo diferente;
lo que más mentalizas, ¡se produce!:
¡la realidad se gesta allí en tu mente!

¿Por qué elegir entonces pensamientos
que sólo al sufrimiento dan cabida,
y mientras te hipnotizan sus lamentos,
te ocultan la belleza de la vida?

¡Hay dimensiones hechas de alegría
que están allí al alcance de la mano!,
y como un niño en la juguetería,
¡nos podemos servir lo que queramos!

¡Podemos disfrutar cada segundo
nuestra propia versión de “lo real”!:
¡cambiar la percepción lo cambia al mundo!,
¡la vida es solo un estado mental!

Y si ahora acaso te costase verlo,
sin duda lo verás más adelante:
lo que hoy no es cierto, mañana puede serlo…,
¡porque somos el Sueño… y el Soñante!