Hay quien va por la vida
enredado en sus penas,
y cual fósforo, apenas
alumbra alrededor:
aún no alcanza a entender
por qué se siente sólo,
fluctuando entre los polos
de alegría y dolor…

Hay también quien a veces
siente una luz interna,
y en su rol de linterna,
alumbra un poco más:
lentamente descubre
los ardides del ego,
y al salir de su juego
va encontrando la paz…

Asimismo está aquél
que al trascender su mente,
alumbra abiertamente
cual si fuera un candil,
y aunque a veces le cuesta
el vencerse a sí mismo,
casi no hay egoísmo
en su paso gentil…

Y hay aquellos que aceptan
de un modo limpio y claro,
el destino de faro
de su luz interior,
y tan sólo precisan
para llegar a puerto,
su corazón abierto…
¡y en el alma una flor…!