¡Precioso instante…que te deslizas
entre mis dedos sin más ni más…!,
siempre apurado…siempre de prisa…,
¡abanderado de lo fugaz!

En ocasiones tu paso breve
ninguna estela deja al pasar,
y me pregunto…¿por qué es tan leve,
tan vaporoso tu transitar…?

¡No hay sitio alguno en que te alojes…,
siempre volátil…siempre sutil…,
-como escapando de los relojes…,
prófugo etéreo, tenue y gentil…-!

Cuando me infiltro por tu tejido
de hilos de oro tornasolado,
y como un loco -o un poseído-
intento asirte…¡ya te has marchado!

Y cuando ansío beber de un trago
tu dulce néctar de amor y paz,
te desvaneces igual que un mago…,
¡y de repente ya no estás más!

Sé bien que tu eres breve y finito,
pues formas parte del mundo dual,
y que en tu sino ya estaba escrito
que te hagas trizas como un cristal…

Y tú ya sabes, que en nuestra suerte,
en cierta forma somos iguales:
¡también yo muero pequeñas muertes
que me aniquilan con sus puñales!

De todos modos, precioso instante,
tu impermanencia tan pertinaz,
te hace valioso como un diamante…
¡precisamente por lo fugaz!

Sé que eso es cierto…y a pesar de ello,
cómo quisiera -desde lo interno-,
que por tan puro, diáfano y bello…,
¡algunas veces fueses eterno…!