No dejes que cada evento
determine en el momento
tu manera de sentir:
¡tú eres mucho más valioso,
más grande y más poderoso
que lo que pueda ocurrir!

Supón que a casa has llegado
ya de noche y agotado
¡y has extraviado la llave!,
y es de enojo tu reacción,
de ira, de frustración,
¡claro…, qué otra actitud cabe!

Pero sin embargo hay quien
no se sentirá rehén
de ese revés pasajero,
y esbozando una sonrisa
se dirá calmo y sin prisa:
“¡lo llamo ya a un cerrajero!”

¿Dices que eso no es factible?
¿Que es casi casi imposible
manejar el descontento?
¿Que neutralizar el fiasco
y lo duro del chubasco
no se logra en el momento?

Pues será engorroso…, o fácil…,
será complicado…, o grácil…,
¡será como tú decidas!,
y eso sí lo sabes bien,
pues lo aprendiste en el tren
de tus tantísimas vidas.

Por eso, si el yo pequeño
que se cree que es tu dueño
te impulsa a victimizarte,
deja que tu Yo más grande
te recuerde en ese instante
¡que nada puede dañarte!

No has venido aquí indefenso,
tienes un poder inmenso:
¡el poder de la elección!;
¿por qué reaccionar gimiendo,
pudiendo estar acudiendo
a tu Maestría en Acción?

Tú ya posees los dones
de las Altas Dimensiones
para impregnar tu jornada,
de imperturbable belleza,
de calmada gentileza
y aceptación sosegada.

Si mantienes esto en mente
ante lo vano o lo urgente,
lo importante o lo pueril,
entonces irás andando
como el sol que va entibiando
las mañanitas de abril.

Porque hay magia en la Maestría
de modelar cada día
la arcilla de tu reacción,
pues el verdadero Mago
es aquél que ante lo aciago,
¡elige él su emoción!