¡Qué dolorosa aquella partida prematura!:
los padres no lograban calmar su desconsuelo…
¿¡Cómo entender la muerte de esa tierna criatura,
que con tan pocos años, se marchaba hacia el cielo…?!

Pero era necesaria tanta y tanta congoja
para que se apartaran de lo superficial,
y como quien decide dar una vuelta de hoja,
se abrieron al influjo del mundo espiritual…

Al empresario aquél, ambicioso y osado,
que edificó un imperio entre astucias e inquinas,
una jornada aciaga “los dioses del mercado”,
-tan crueles y cambiantes-, ¡lo dejaron en ruinas…!

Con su mundo hecho trizas, agotado y vencido,
consideró arrojarse desde un despeñadero,
pero al ver el apoyo de sus seres queridos,
¡supo por vez primera del amor verdadero!

La preciosa muchacha de impecable figura,
-esa que de su aspecto siempre vivía pendiente,
vanidosa y coqueta hasta la desmesura-,
fue víctima una tarde de un terrible accidente.

¡Cuántas lágrimas tristes derramó ante el espejo
al ver que su belleza ya no sería la de antes!,
pero el dolor enseña como un profesor viejo…,
¡y aprendió lentamente dónde está lo importante!

¡Y es que nada que pasa sucede “casualmente”!:
cada cosa en la vida marca una diferencia,
y eso que nos ocurre, nos llega puntualmente,
para que así elevemos el nivel de conciencia…

Siempre hay tras de las cosas un Orden definido
que se oculta a los ojos en su intrincada danza…,
por eso, cuando todo parezca sin sentido…,
¡elige la esperanza…!