¿Me preguntas, mi amigo, por qué la Vida así,
te ha estado castigando de tal manera a ti…?

¿Sabes, buen compañero…?, el papel del dolor,
es sólo el de un tremendo, brutal “transformador”.

Por un lapso de tiempo te sume en lo sombrío,
como en las aguas turbias de un tenebroso río,

hasta que tú, cansado de tanta oscuridad,
empiezas a buscarla, de a poco, a tu verdad…

De ese modo la expandes a tu actual percepción,
y te abres a una nueva, más alta comprensión.

Y es que en el fondo, ¿sabes?, en verdad la conciencia
no es más que la aptitud de poder “darse cuenta”.

Y si esos “darse cuenta” de a poco van creciendo,
ella, muy gradualmente, ¡también se va expandiendo!.

Y como consecuencia, de manera objetiva,
en forma paulatina cambia tu perspectiva…

¡Que no es igual, mi amigo, mirar desde la altura,
que mirar por el ojo de alguna cerradura!

La visión-cerradura te dice que el pesar,
llega como castigo por tu forma de actuar.

Más la visión-altura te muestra que el dolor,
llega cuando precisas de un gran “despertador”.

Y un propósito oculto entonces se revela,
¡y entiendes que la Vida es tan sólo una Escuela!

Y que eso que te pasa, mi amigo, es la lección,
que justo te hacía falta para tu evolución.

Porque en la horrible hoguera de tu dura experiencia,
el fuego que te quema no es una penitencia.

Es aquello que logra que en ti “algo” despierte,
y a tu visión antigua la cambia, la revierte…

Y en medio del agobio de tu pesada cruz,
de a poco, en tu mirada… ¡se empieza a hacer la luz!