¡Qué dichoso el corazón
que se encuentra equilibrado,
y en “estado de coherencia”
su latir acompasado!,

…cuando todas sus señales
sus curvas regularizan,
y con él, los demás ritmos
del cuerpo se sincronizan.

¡Esa es su naturaleza,
su situación ideal,
vibrando en la simetría
de su campo toroidal!

Y lo que más lo sostiene
en tan dulce condición,
es un claro sentimiento
de amorosa apreciación.

La compasión, la bondad,
y el amar sin egoísmo,
incrementan la corriente
de su electromagnetismo.

Con sólo inspirar profundo
y serenarla a tu mente,
de una manera instantánea
conectas con esa Fuente.

Pero no sólo te brinda
bienestar y lucidez,
aceptación, equilibrio,
y calmada placidez…

También de un modo intuitivo
te provee información,
sobre la forma apropiada
de actuar en cada ocasión.

Y te pone en sincronía
de una manera perfecta,
con el flujo luminoso
que a los demás te conecta.

Y al sentir esa unidad,
te vuelves más amoroso,
más comprensivo y amable…:
¡un humano luminoso!

Y beneficias a todos
tan sólo con tu presencia,
al irradiar la armonía
de ese “estado de coherencia”.

Y con la práctica asidua
se te vuelve tan “normal”,
que pasa a ser “tu sentido
común”…, ¡el espiritual!.