Ni bien llegadas por detrás del velo,
varias almas se hallaban en reunión,
en ese “espacio” que llamamos “Cielo”,
y es en verdad la Cuarta Dimensión.

Mientras charlaban si es que habían logrado
manifestar de Dios su Señorío,
una expresó, con tono resignado:
“yo no pude afrontar mi desafío”.

“No tuve ni una chance para nada,
ni bien bajé ya me atrapó el ensueño:
¡prometo que en la próxima bajada
voy a poner aún mayor empeño!”.

Y otra alma allí presente comentó:
“yo también tuve gran dificultad:
la familia en que encarné no me ayudó,
pero de a ratos, ¡vi mi Divinidad!”

“En esos breves lapsos, compañeros,
pude asumir mi Luz de un modo cierto,
y repartir Amor por los senderos
intentando que hubiese más ¨despiertos¨ ”.

Y otra dijo exultante de alegría:
“yo en cierta fase de mi encarnación,
pude alcanzar la inmensa epifanía
de ¨despertar¨, sin ya perder tal don”.

Y a partir de ese instante, camaradas,
pude expresarlo a ¨ Lo Maravilloso¨ ,
y en esa vibración tan elevada,
logré vivir en un constante gozo.

Y las almas allí la vitorearon,
y con un dulce cántico que arrulla,
todas juntas, a coro, salmodiaron:
¨¡aleluya…, aleluya…, aleluya…!¨

Y tú, que eres aquí un transeúnte,
cuando te toque ir “al otro lado”,
¿qué dirás cada vez que te pregunten
si encarnaste en la Tierra…, Lo Sagrado?