Tú lo sabes, amigo!: las flores más hermosas,
se van a otros jardines súbitamente un día,
por eso es que te pido: ¡cuídalas a tus rosas!,
que el rocío de estrellas a veces las resfría.
¿Dices que sus espinas te duelen todavía,
y el sólo recordarlo ya te hace lagrimear?:
entonces no entendiste que eso se te ofrecía
para ver si aprendías, a “dejarlo pasar”…
Cuando pasas por alto las supuestas ofensas
que pudieran causarte ciertos pinchos punzantes,
tu alma se sonríe…, y es su sonrisa inmensa,
porque tu espejo vuelve a ser terso y brillante.
¡Todos somos cristales en esta Tierra amada!,
y vamos reflejando lo que se encuentra enfrente,
hasta que finalmente no reflejamos nada,
y ese día bendito…, ¡brillamos simplemente!
¡Vamos, mi buen amigo…, no me mires perplejo!,
y suelta lo insensato de tu devolución,
que cuando tú decides dejar de ser reflejo,
suavemente comienzas a abrir el corazón.
Tu percepción entonces ve la luz escondida
en el que te confronta, y entiendes de inmediato
que esa persona se halla justamente en tu vida,
para aprender a amarla, a pesar de su trato.
Pues tienes que saber que al ir “al otro lado”,
si te arrepientes de algo, es sólo de una cosa,
solamente de una: ¡del amor que no has dado!,
por eso, compañero…, ¡cuídalas a tus rosas!
La resistencia aflora siempre que lo que tenemos enfrente no nos gusta y no somos conscientes de la experiencia que dejamos escapar al crearse esa situación que nos engrandece… gracias por recordarnos que las rosas hay que cuidarlas aunque duelan sus espinas….abrazos compañero de viaje…
Mati
Que andes bien, amiga!
Abrazo!