Cuando la llevas a tu Luz contigo
no puedes encubrirlo a su esplendor,
que puede ser tan áureo como el trigo,
o de un blanco muy puro su fulgor.
Su brillo de constante primavera
te hace tratar a todos con bondad,
¡y ya no puede ser de otra manera
cuando destella en ti la Inmensidad!
Y al poder dar amor a cada instante
pues ya no albergas turbios pensamientos,
te pueden confundir con un diamante,
o un astro que bajó del firmamento.
Cuando la llevas a tu Luz despierta
ya nada te incomoda ni amilana,
ni aquél percance que golpea tu puerta,
ni lo impostor de la experiencia humana.
Y al escuchar arcaicas discusiones
de quién tiene o no tiene la razón,
ya a esas “pequeñas argumentaciones”
las mira con piedad tu corazón.
Sabes que estamos todos conectados,
que es falso eso de “amigo o enemigo”,
y abrazas al de un lado y otro lado,
cuando la llevas a tu Luz contigo.
Y cuando la mantienes encendida
ya no puede rozarte el desamparo:
¿acaso ha visto alguien en la vida
que alguna sombra lo oscurezca a un faro?
Incluso si ante un cruce de caminos
dudaras del sentido en que avanzar,
tu nuevo resplandor de lo Divino
ya lo estará alumbrando a tu accionar.
Y si girases una moneda adrede
por ver si sale “cara” o sale “cruz”,
dará lo mismo el modo en el que quede,
porque ambos lados… ¡llevarán tu Luz!
Mi amado Jorge:
Esa luz que llevamos dentro, es la chispa Divina con la que Dios nos doto a cada uno de nosotros por amor, como un ADN divino que se trasmite de padre a hijo y que nos hermana a todos.
Cuando reconocemos esa filiación, se torna más fácil cumplir el mandamiento del amor «Amaos los unos a los otros como yo les he amado»
El aceite que mantiene encendida esa flama votiva se llama Fe y nada ni nadie bajo ningún pretexto puede apagarla, aunque pretendan mantenernos encerrados, alejados, a distancia unos de otros, sin la posibilidad de abrazarnos y besarnos.
Hoy más que nunca nuestros hermanos necesitan saberse acompañados, reconfortados, consolados, amados, protegidos, fortalecidos.
Avivemos sus llamas, recordándoles que son poseedores de una Luz interior que los blinda contra todo mal.
Gracias Jorge, porque tu contribución es muy valiosa.
Te regalo mi estrella para que ilumine tu cielo y te abrazo con mi alma.
PD.- podrán encerrarme pero aún así seguiré siendo libre,
podrán matar mi cuerpo pero no podrán apagar mi Luz.
Te amo.
«Avivemos sus llamas, recordándoles que son poseedores de una Luz interior que los blinda contra todo mal.»
Bellamente lo expresas, amiga/o anónima/o…
(Aunque por el estilo profundo y a la vez amoroso, sospecho que tal vez eres mi tan apreciada Tere, que involuntariamente omitió referenciarse…)
De todos modos, seas quien fueses, te agradezco infinitamente el luminoso regalo de tu estrella…
Mi amado Jorge: ( quien más podría llamarte así al iniciar un escrito)
Acertaste, indudablemente soy yo, no se por qué ésta cosa omitió mi nombre, a lo mejor quiso jugarme una mala pasada, pero sabía que tú sabrías quien vive atrás de mis palabras….. Te amo.
Enorme abrazo, dulce compañera de viaje…
Que belleza!!!!
Sólo leerla hace que salga la luz que soy!
Muchísimas gracias!!!!
¡Brindo por esa Luz que emerge en ti!
Gracias por tu visita!