Cuando te vayas, no habrá congoja,
tan sólo un simple dar vuelta la hoja,
y un darse cuenta, en esa instancia,
que si temiste fue por ignorancia,
porque tu entera naturaleza
es ese brillo de tu astral pureza…

Después del salto, tendrás presente
todo lo hermoso instantáneamente:
esos momentos de inmenso gozo,
cuando el instante se volvió precioso:
familia, niños, cielo estrellado,
o la caricia del amor soñado.

Verás de cerca los que quedaron:
los que tú amaste…, y los que te amaron…
Y tu ternura llegará a ellos
en vibratorias ondas de destellos,
pues tendrás modos de contactarte
que ahora no puedes ni representarte.

Cuando estés cerca de “la llamada”,
pídele, amigo, a tu gente amada,
que no estén tristes por tu partida,
porque retomas “la verdadera vida”.

Ya habrán de verse en otro rodaje,
con otros roles, y con otros trajes,
y será en este, u otro horizonte,
que para el alma ya no importa dónde.

Tenlo presente: saltar el cerco,
es solamente trascender un cuerpo:
dejas la escuela itineraria
donde “lo dual” es tu materia diaria,
para volverte hacia ese estado,
de “sin futuro” y de “sin pasado”.

Porque tu alma es infinita,
nunca ha nacido y nunca se marchita,
y es tan eterna como esas playas,
que por ti esperan… cuando te vayas…