Entraron corriendo a la humilde ermita,
de tan asustados, casi descompuestos:
-“¡Maestro, Maestro, se acercan ¨visitas¨:
son los oficiales que cobran impuestos!”

El viejo Maestro sonrió levemente
como no otorgando importancia al tema;
miró a sus discípulos dulce, tiernamente,
y dijo en voz baja: “¿cuál es el problema?”.

-“¿No entiende, Maestro? ¡Estos Inspectores,
son los más temibles soldados del rey,
y son despiadados con los infractores,
que, según sus reglas, infringen la ley…!”

-“¡Cuando para ellos alguien es deudor,
le confiscan todo como estratagema!”
-“Yo no tengo nada que sea de valor:
entonces, repito: ¿cuál es el problema…?”

-“Señor, el problema es realmente grave,
porque si no encuentran nada lucrativo,
lo toman de esclavo, y luego en sus naves,
con rumbo a las minas lo llevan cautivo.”

-“No tiene sentido tomar mi pellejo,
conmigo no sirve tal medida extrema:
yo no les soy útil…, soy débil, soy viejo,
por eso es que insisto…: ¿cuál es el problema…?”

-“¡Es que eso es lo grave, querido Maestro!,
cuando no les sirve aquél al que atrapan,
redoblan la apuesta de su actuar siniestro,
y como escarmiento…, entonces…, ¡lo matan!”.

Asintió el Maestro, como comprendiendo,
y después de un rato, contestó con calma:
-“Harán lo que quieran con mi viejo cuerpo…,
¡pero nada pueden hacerle a mi alma…!”

-“El Yo verdadero, el que Soy realmente,
es tan sólo un huésped de un traje carnal,
y sólo se mata lo que es aparente:
¡nadie puede nunca matar lo Real!”

Y en ese momento su cuerpo esmirriado
tembló levemente por sólo un segundo:
¡el sabio Maestro había retirado
el último lazo de apego a este mundo!.

Se sumió en silencio en meditación,
y se fue de viaje hacia otro Nivel,
y no había en su rostro ninguna expresión,
¡mientras destellaba lo Divino en él!.

Cuando al poco tiempo retornó a este plano,
miró a cada uno con dulce bondad,
y con gesto manso rozó cada mano,
¡y sobrecogía su serenidad!

Y en ese momento, no quiso amargarlos
con la despedida que se da a quien quieres,
y calladamente se limitó a amarlos,
con ese amor puro de los grandes seres.

Y luego les dijo de un modo informal,
como quien reanuda al azar un tema…,
con leve sonrisa y en tono casual…,
-“Entonces…, decían…,: ¿cuál era el problema…?”