¡Benditos soñantes,
genios delirantes
que bajan con celo
diseños del Cielo!

¡Qué sería sin ellos
y sin sus destellos
de anticipación
en el corazón!

Son los soñadores
quienes pintan flores
y abren pajareras
en las primaveras.

Y en cada guisante
hallan un diamante,
y un sol ven surgiendo
cuando está lloviendo.

¡Hay tantas quimeras
que en salas de esperas
aguardan radiantes
que llegue un soñante!

Porque ellos ven planos
que se hallan lejanos,
y al irlos soñando
los van acercando.

¡Son los deslumbrados,
los alucinados,
los que en noches bellas
descienden estrellas!

Y en esa locura
que no tiene cura,
logran, como en trance,
que la Luz avance.

¿Su campo de acción?:
¡la Imaginación!,
espacio sagrado
de lo ilimitado.

Allí, con esmero
el Imaginero
modela utopías
de noche y de día.

Su software interno
traduce lo eterno,
y literalmente
lo esculpe en su mente.

Y un día cualquiera
lo plasma “allí afuera”:
¡divino diseño
nacido de un sueño!

Que todas las cosas
bellas y grandiosas
que en forma atrevida
elevan la vida,
¡ellos, del sombrero,
las sacan primero!

¡Vamos, adelante,
bendito Soñante!,
que el mundo precisa
que sueñes de prisa
tu sueño mayor:
¡un Sueño de Amor!