Bendito tu…, que siempre me criticas
y con empeño buscas irritarme…,
y te solazas en incomodarme
cuando con acidez me calificas…

Bendito tu…, que me niegas tu ayuda,
a pesar de estar viéndome maltrecho…,
y que te crees dueño del derecho
de colocar a mi aflicción en duda…

Bendito tu…, cada vez que me difamas…,
y murmuras burlón por detrás mío…,
y que me endosas, cual oscuro río,
las aguas turbias de la mala fama…

Bendito seas…, porque con tus actos,
haces que me pregunte en ese instante:
¿por qué apareces justo aquí adelante?
¿Qué me falta pulir… que aún sigue intacto?

¿Qué impureza de mi es la que hace
que aparezcas así… en mi camino?
¿Qué enseñanza me acerca mi destino…,
buscando que esta vez no la rechace?

¿Qué tengo que aprender…que aún no he captado…?
¡Tal vez amarlo…sin importar quien sea…!
Quizás hubo otra vida…otra pelea…,
¡y una deuda que viene del pasado…!

Y tal vez llega a mi existencia actual
para ser mi Maestro del amor…,
y al perdonarle acaso este dolor,
¡pueda sanar aquello que hice mal…!

Cada persona con la que me cruzo
que de algún modo busca incomodarme,
es, con su forma dura de tratarme,
¡un Instructor que el destino me puso!

Darle batalla… ¡es darle más poder…!,
pues si permito que estropee mi paz,
lo estaré alimentando más…y más,
en su objetivo de prevalecer…

¡La gratitud es el mejor camino…!:
pagarle con cariño y con bondad,
y agradecerle la oportunidad
de volverme más puro y cristalino…

Y ser entonces como aquél bambú
que se alza erguido frente a la tormenta…,
y le agradece al viento que lo enfrenta…,
…y le dice después: “¡bendito tu!”