¡Bendita Luz que me habitas
y borras en un instante
lo gris y lo desgastante
que a mi alrededor se agita!

Tu candil que tanto alumbra
irradia tal refulgencia,
y es tanta su transparencia,
¡que todo mi Ser se encumbra!

¡Y entonces ya nada importa,
nada crispa, nada pesa,
al ser tal esa grandeza
que a otro Nivel me transporta!

Y es tan elevado el Plano
que a lo denso digo adiós,
¡y es casi como si Dios
me tomara de la mano!

Allí no existen los dramas,
allí no hay preocupaciones,
ni pesares ni aflicciones
ni dolientes panoramas.

Sólo hay bienaventuranza,
¡tan cálida y envolvente!,
que no hay colores realmente
para pintar su bonanza.

Y al retornar a “este mundo”
desbordando de dulzura,
de calidez y ternura,
¡el deleite es bien profundo!

Y es por tal dicha que puedo
compartir con mis hermanos,
ese gozo supra humano
cada vez que “vuelvo al ruedo…”

Y es que no hay placer más grande
ni más feliz esplendor,
que andar esparciendo Amor…,
¡y sentir cómo se expande!

(Y porque sé que palpitas
en mí, cual Lámpara Interna,
te doy mil gracias eternas…
¡Bendita Luz que me habitas