Yo te prometo,
hermano del camino,
alentarte en tu anhelo
de lo Divino…,
sin inducirte
de ninguna manera,
a que tomes la ruta
que más quisiera…

Yo te prometo
que de lo que he vivido,
voy a contarte
lo que a mí me ha servido…,
aunque en la senda
que conduce hacia Dios,
tan sólo sirve
que te equivoques vos…

Yo te prometo
no criticarte nunca…
¡que la censura
es una escala trunca…!,
y si te animo
hacia una cima nueva,
es porque antes
¡ya traspasé esa prueba…!

Yo te prometo
que estaré de tu parte…
para asistirte:
¡no para reemplazarte…!
Y si flaqueas,
me tendrás a tu lado
con la indulgencia
¡de quien ya lo ha pasado!

Yo te prometo
que para darte aliento,
le pediré prestada
su voz al viento…,
y te iré hablando
de lo hermosa y lo pura
que se siente la vida
desde la altura…

Más si te cuesta
despegarte del suelo,
¡te ofreceré mis alas
para tu vuelo…!,
…hasta ese día…
-¡ese día bendito!-,
¡…en que estrenes las tuyas
por lo Infinito…!