Si acaso tu circunstancia
no es la que tú estás queriendo,
¿será que no has decretado:
“¡yo mando en mi pensamiento!”?.

Supervisa cada idea
que en tu mente registraste,
pues eso que tú creíste,
¡es eso que tú creaste!

Si acaso fuese sombría
y busca causarte un quiebro,
simplemente, compañero,
¡bórrala de tu cerebro!

Y reemplázala por otra
de opuesta naturaleza,
¡porque tu mundo es reflejo
de lo que entra en tu cabeza!

¡Que nada de lo “de afuera”
te antecede, compañero!:
si el espejo te sonríe…,
¡tú sonreíste primero!

En los planos superiores
¿sabes?…, lo que se desea,
se consigue simplemente
concentrándose en la idea.

¡También tú puedes lograrlo
cuando enfoques tu atención,
de manera definida
y cabal concentración!

Hay una verdad que es clave,
y ella nos dice en esencia,
que donde está tu atención…,
¡es donde está tu experiencia!

Entonces… ¿por qué enfocarte
en un pensamiento gris,
pudiendo elegir en cambio
uno que te haga feliz?

Y cuanto más lo reiteres
más se manifestará,
y notarás asombrado
que lo que piensas…, ¡se da!

Por eso, mi buen amigo,
asume completamente
el control más importante:
¡el del timón de tu mente!

Que sea para ti un conjuro,
que se vuelva un mandamiento,
que se transforme en tu mantra:
“¡yo mando en mi pensamiento!”.