La vieja realidad aún no se marcha,
la nueva no termina de formarse,
y pareces andar sobre una escarcha
que no te deja ver donde pararse.

Y si tu estado perceptivo muta
pues ya no hay marcador de referencia,
y no consigues discernir tu ruta
pues los mojones brillan por su ausencia,

ya es hora de mirar en tu interior
y conectarte al fin con Lo Divino:
al quitarle poder a “lo exterior”,
¡empiezas a esculpirlo a tu destino!

¡No importa lo que veas “allí afuera”!:
las cosas son lo que tú crees que son,
y las puedes cambiar desde la esfera
que centellea en tu corazón.

¡Tú llevas una Luz adentro tuyo
que solo sueña con multiplicarse!:
¡no sigas encerrado en tu capullo!,
¡tus pétalos ansían desplegarse!

Porque no hay un brindarse más sentido,
ni hay obsequio del Alma más profundo,
que cuando afirmas, fuerte y convencido:
“¡soy un Milagro andando por el mundo!”

“Y en medio de esta cruda transición
me instalo en mi más Alta Identidad,
y hago a un lado cualquier agitación
¡porque creo mi propia realidad!”

“Ya no es más “el afuera” quien ordena
como he de percibir cada experiencia:
¡yo soy el que percibe cada escena
desde mi alto estado de conciencia!”

“Y en la Esfera de Todos los Posibles
decido en dónde mi Atención se posa,
y con mi Ojo Interior, el invisible,
en cada oruga ya veo la mariposa.”

“Y al ser el atractor de mi destino,
y ser el que modela cada instancia,
yo elijo cada aroma en el camino,
y al elegirlo, ¡creo su fragancia!”