¡Ya no espero más nada…!

Ni al amor anhelado,
que no golpeó a mi puerta…
(¡a pesar que de noche
la dejaba entreabierta!)

¡Ya no espero más nada…!

Ni al amigo fraterno
-más que amigo, un hermano-,
(para el que siempre tuve
extendida mi mano)

¡Ya no espero más nada…!

Ni a la fortuna esquiva,
fugaz y veleidosa…,
que llega y que se marcha
con sus aires de diosa…

¡Ya no espero más nada…!

Ni a las musas del cielo
que con su inspiración,
le dan belleza al alma
y luz al corazón…

¡Ya no espero más nada…!

Porque un soplo divino
me ha rozado de un modo,
que aunque nada me ha dado…
¡…hoy ya lo tengo todo…!