Cuando por la mañana te despiertas
retomas, sin dudarlo, tu papel,
y automáticamente allí te insertas
en tu traje de huesos, carne y piel.

Simplemente nos hemos habituado
a nuestros cuerpos de una forma tal,
que no nos hemos nunca preguntado
como sería…, trascender su umbral.

Y no nos damos cuenta que vivimos
como alumnos aislados en un aula,
y a nuestro aprendizaje lo ceñimos
a las limitaciones de esa jaula.

Pero hay seres en altas dimensiones
que no precisan ya de ningún traje,
y gozan de continuas expansiones
sin tener que cargar ese equipaje.

El cuerpo ya no es más “obligatorio”
en estados del “ser” más expandidos,
y pueden prescindir de un envoltorio,
o probar uno que no hayan conocido.

Y pueden ser “un hombre de la calle”,
o ser solo su Esencia iluminada,
o la flor más hermosa en algún valle,
o la galaxia que aún no fue explorada…

Y aunque a nosotros, desde nuestra escena,
nos cueste comprenderlo de algún modo,
hay en tal Juego de Experiencia Plena,
solo una norma: ¡el probarlo todo!

Y tras enriquecerse en lo diverso,
cuando ya se creció lo suficiente,
ayudan a plasmar los Universos
que surgen como Ideas de La Fuente.

Por eso, si te cansa ir confinado
por los barrotes de un estrecho cerco,
ya sabes: algún día, deslumbrado,
conocerás lo que es vivir sin cuerpo.

Y entonces ese día, amablemente,
exclamarás: “¡¿un traje?!, ¡una atadura!”,
y elegirás vivir dichosamente
desde un estado de “conciencia pura”.